El corazón hecho migas
02/24 - Nando C.
Querido Fernando, querido amigo, distinguido profesor:
En estos años que te he conocido y que hemos hablado de lo humano y lo divino, me abriste tu corazón y claro, siendo como eres, me tocaste el mío.
Como te comentaba, en estos años de conversación intuyo que tienes tres amores: la familia, los amigos y el trabajo.
Esos afectos me sugieren que eres un hombre ecuánime, sensato y de gran corazón y que respeta el viejo mandato bíblico: “homo nascitur ad laborem et avis ad volatum”. El hombre nace para trabajar, como el ave lo hace para volar.
Dicho esto, me refiero en primer lugar al trabajo. A la pasión con la que hablabas de tu vocación de profesor.
Pocos conocían que también eras un reconocido abogado y economista, además de tu entrega y dedicación a Manos Unidas, Cáritas y por tanto, el servicio a los demás.
Un trabajo y servicio a los demás, que no busca la alabanza, porque la necesidad de alabanzas para perseverar en el esfuerzo es signo de desmoronamiento interior.
Tu no buscabas el elogio en el trabajo, buscabas hacerlo bien. Es decir, “seguir un camino siempre igual, que acoja los triunfos con gratitud, los fracasos con paciencia, sin dejarse exaltar por los unos ni abatir por los otros”.
De nada valdría el trabajo, si se convirtiera en una especie de droga, que entontezca hasta el extremo de olvidar y descuidar a la familia. Amigo Merino, tu no has caído en esa tentación, sino
que en el tiempo que te he conocido has sabido equilibrar la dedicación al trabajo, con la pasión y abnegación ante la familia.
Esa célula delicada que requiere y tu lo haces como nadie, cuidados continuos, la fidelidad, la ternura, la suave exigencia, la paciencia…..
Y como no, querido tocayo: los amigos. Estos años que hemos compartido en el coro y en otros ámbitos lúdicos y espirituales, siempre has sido referencia por tu "savoir faire".
Para mí, un referente en esos famosos cinco sentidos: el común, el del deber (o de la responsabilidad), el moral (de educar en valores), un poco de ese del ridículo y mucho, mucho sentido del humor.
Te voy a echar de menos en esos 10 minutos que compartíamos diariamente.
Ayer tenía el corazón hecho migas, pero poco a poco se me va reconstruyendo.
Seguro que desde el cielo nos miras, nos cuidas, te ríes y abrazas con todo tu amor especialmente a Pilar, a tus hijos y nietos y nosotros tus amigos.